Este poemario,
desde su epígrafe hasta el último verso, es toda una provocación. Manuel Vilas
(Barbastro, Huesca, 1962), nos lo presenta bajo el titulo de Gran Vilas.
Con este libro de poemas ha conseguido el premio de poesía Ciudad de Melilla,
publicado por Visor. Ya podemos vislumbrar que Manuel Vilas es libre,
provocador y provocativo, y su poesía destila una vitalidad que únicamente
suena a Manuel Vilas, a su originalidad a la hora de escribir. Vilas se empeña
en desmontar el mundo, la política, la sociedad, la economía, con una ironía
absolutas: Cómo me gusta el dinero / cómo me gustaría / ser uno de los
hombres / más rico del planeta. Se debate entre cuestiones morales, siempre
desde el prisma del gran Vilas, de ese personaje que unifica ficción y
realidad, vida y literatura, para llegar – para llevarnos – a una verdad que
debería ser incuestionable: Ser libres, al final, debería ser suficiente.
Acierta dejando
atrás ciertas convenciones, tanto poéticas como sociales, y se maneja únicamente
con una libertad expresiva que es, a la postre, el enérgico poder de sus
versos. A veces se adentra por caminos de los que parece que no podrá salir (al
menos airoso), pero siempre encuentra la senda por donde dar, una y otra vez,
otra vuelta de verso, aún sabiendo que en ese recorrido puede perder algo. Su
mundo es propio, podrá gustar o no, pero Manuel Vilas ha creado el universo de
su otro yo, de ese gran Vilas en ocasiones desaliñado, a veces hierático, otras
prisionero de la más absoluta verdad, a saber: En general, la gente se muere.
En resumen, que
Manuel Vilas se enfrenta a la vida a verso descubierto, y para ello, para no
caer en la tentación de frivolizar su propio mundo –poético, estético,
literario-, se ayuda de ese otro Vilas, del gran Vilas que le echa una mano
para salir de paseo y llegar a casa antes de que la lluvia emborrone los
papeles.