A Enrique
Vila-Matas (Barcelona 1948) lo voy leyendo en distintas direcciones. A cada
nueva entrega, le hago un guiño a alguna de sus entregas anteriores. En Historia
abreviada de la literatura portátil se cuenta la creación, desarrollo y
posterior desaparición de la sociedad secreta de los Shandys (personaje de la novela de Laurence Sterne), o de los
portátiles, de la que formaron parte, más o menos activa, artistas como Duchamp, Scott Fitzgerald, Walter Benjamin, César Vallejo, Rita Malú,
Valery Larbaud, Pola Negri, Berta Bocado, Alberto Savinio o Georgia O’Keefe.
Esta obra, una de las más celebradas del autor, es un punto de inflexión en su
escritura, si tenemos en cuenta que celebra la literatura como un todo que
engloba ese aspecto casi místico de viajar en (y con) los libros.
El aspecto fundamental de los shandys ha de ser que la
obra sea transportable, es decir, breve, casi efímera, bosquejos, trazas de
literatura portátil. Tocados con algo de locura, insolentes y rígidos en
su arte, un rasgo los caracteriza por encima de todos: la soltería, como una
especie de inatadura literaria imprescindible.
Vila-Matas escribe un texto casi perfecto, al que
dota de verosimilitud con esa capacidad creativa que lo caracteriza. Su
escritura fluida, lúcida, casi transparente, original y provocadora casi siempre,
parte de la evolución, o, para darle un toque más a lo Vila-Matas, de su autoevolución
dentro de la literatura, de su propia literatura, que es ya, por sí misma, un
pasajero de sus propios libros.
Otras consideraciones
aparte, Enrique Vila-Matas es uno de nuestros grandes escritores, un escritor
que traspasa las fronteras de la literatura para convertirse, él mismo y sus
textos, en parte fundamental de su escritura, en un fundamento mismo de quien
escribe desde ese lado salvaje y clarividente de las letras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario