martes, 28 de febrero de 2012

UNA EXTRAÑA HISTORIA SOBRE PARIS


Decía Fernando Pessoa “He sido un lector voraz e impulsivo, y, sin embargo, no puedo recordar ninguna de mis lecturas”. Y saco esto a colación porque me ha sucedido algo en verdad curioso. Yo habría jurado que tenía en mi biblioteca (y por lo tanto lo había leído), el libro Paris no se acaba nunca, de Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948). Mi biblioteca es abundante y algo desordenada, que no por ello desmesurada y caótica. Tras varios intentos infructuosos por encontrar el libro, decidí acudir a la librería y comprar un nuevo ejemplar. Se me había metido en la cabeza una relectura. Con la idea, fija en mi memoria, de que yo había leído -al igual que el resto de publicaciones de Vila-Matas-, ese libro, lo abrí con cierto aire de constatación de mi cordura. No estaba preparado para las primeras páginas. No recordaba nada de su lectura, de su técnica narrativa, característica de Vila-Matas; esa forma elegante e irónica de derribar las barreras entre ficción y realidad, entre biografía e imaginación. El libro narra los años de aprendizaje literario del autor en Paris, su “amistad” con Margarite Duras, sus conversaciones con el bohemio Bouvier, o su parecido físico con Hermingway, tan, por otro lado, cierto y evidente (en Key West deben de estar realmente ciegos para no haberle dado el premio). Como una sucesión de hechos engarzados en su vida, un joven Vila-Matas se debate con una cuartilla donde Duras le ha dado las claves, que no las respuestas, de un espacio donde el autor hace converger, junto a la propia narración, la búsqueda de lo real, la experiencia, y una memoria que relativiza con ese estilo literario que ha hecho de Vila-Matas uno de los escritores más interesantes y fascinantes de los últimos años. Es una escritura fragmentaria, que abre nuevos caminos y atrapa una sutileza que es, en manos del autor, el triunfo de la literatura.




¿Soy conferencia o novela?, dice en uno de los pasajes. En realidad las dos cosas, o ninguna, o algo que aún no se nos escapa de ese universo de autoficción que es Vila-Matas, y es también un personaje. De la misma forma que no sé exactamente qué significa que, antes de terminar estas líneas, haya encontrado ese primer ejemplar perdido de la novela, con multitud de anotaciones al margen, de frases subrayadas y comentarios. Y menos que eso sé, qué quiere decir que mi mujer haya aparecido con una reseña sobre Paris no se acaba nunca que yo mismo había escrito hace varios años y que salió publicada en Lettres Magazine.
¿Soy conferencia o novela? ¿Soy realidad o ficción?

miércoles, 22 de febrero de 2012

SILBANDO ENTRE PUPITRES



Estamos ante un relato de esos que nos congracian con la buena literatura, perfecto para descansar de otras lecturas más densas. La belleza, la entrañable prosa del autor, Ivan Doig (Montana, 1939), hacen de Una temporada para silbar un ejercicio de memoria fascinante y evocador. Paul Milliron, el protagonista y narrador, vuelve a su pueblo natal con el cometido de cerrar esas antiguas escuelas unitarias, es decir, las escuelas de un único profesor y una sola aula, donde alumnos de todas las edades comparten espacio y aprendizaje. Esto desata sus recuerdos de niñez en un torbellino incesante. Paul recorre, en un viaje circular, los lugares reales de su infancia, pero, a su vez, e inevitablemente, el recorrido le lleva a esas otras latitudes más recónditas y personales, a su memoria de niño, a sus hermanos y a su padre, y al hecho que centra la narración: el día que el padre (viudo) decide contratar a una mujer como ama de llaves. El anuncio del periódico es sublime, “No cocina, pero tampoco muerde”. La llegada al pueblo de la señora Rose Llewellyn, a la que acompaña su “hermano” Morris, causará una revolución en los habitantes de la tranquila localidad de Marias Coulee, aunque es al joven Paul a quien esta aparición marcará definitivamente. No está exenta la novela de un halo de misterio, no obstante que la figura de Morris, un dandi que acaba dando clases en la escuela, acabará siendo otra cosa de la que en principio se ha pensado.



Acierta, otra vez, Libros del Asteroide, en su depurada y cuidada selección de títulos con esta novela de valores, que supone una terapia en estos tiempos de negación humana. Un relato que se nos queda prendido en la memoria, tanto, que le leí hace algunos meses y aún tengo rondándome la cabeza a todos estos personajes deliciosos y tiernos, toda la recreación que Ivan Doig hace de las cosas que al final merecen la pena y conforman el verdadero sentido del hombre.

martes, 21 de febrero de 2012

MENESTER ES LA MEMORIA



"Ahí está todo lo que he escrito y todo lo que he vivido, ahí está el compendio de mi literatura y mi vida". Con estas palabras define el propio Caballero Bonald (Jerez de la Frontera, 1926) su última entrega poética. Bajo el titulo de Entreguerras. O de la naturaleza de las cosas, el poeta jerezano nos presenta un poemario extenso y vital donde recorre, al ritmo de los recuerdos, una existencia plagada de poesía y de amigos que van poblando de voz poética estas páginas bellas y renacidas nuevamente, sacadas de la memoria personal. Se busca y se encuentra, en estos versos, lo que el olvido no se ha llevado, y el monólogo – interior e intimista - del poeta, se nos presenta como una posibilidad cierta de la propia condición de escritor. Se entreteje la biografía con la crónica de lo que se ha vivido, lo que dota al poemario de un tono reflexivo sobre la irrealidad – tan real en el autor – y el tiempo definitivamente alcanzado.
“hablar consigo mismo viene a ser un coloquio/ entre dos allegados dos personas distintas que apenas si se entienden”.  Podemos ver, en estos versos, la conversación continua entre el autor y su otro yo, ya sea poético o humano, tan, a veces, inseparables. No obstante, se mezclan los recuerdos y la memoria con la percepción que de ellos, a través del tiempo, se tienen, llegando a la definitiva certeza de que escribir y recordar es experimentar, de otra forma, lo ya vivido: “el acto de evocar la propia historia sea antes que nada/ un implacable irrepetible método para inventar redescubrir la vida”.
Prescinde Caballero Bonald de signos gramaticales, lo que no es sino una lúcida revelación del flujo de lo que se dice, porque, buscarse en la memoria, es un torbellino del que se sale, a veces, por el propio reguero del lenguaje.


Repasar la obra de José Manuel Caballero Bonald es, a estas alturas, innecesario. Una obra grande, plagada de belleza y de títulos que ya están en las páginas de la mejor poesía española.

lunes, 20 de febrero de 2012

UNA MIRADA AL PASADO



Entre tanta producción editorial y literaria, hagamos un alto en el camino y echemos la vista atrás. En este caso, a Thomas Hardy ( Dorset 1840 – 1928), y a su novela El alcalde de Casterbridge, publicada en 1886 y editada en nuestro país hace ya algunos años por Alba Editorial.


La novela se abre con un pasaje feroz. En una feria de ganado, un hombre borracho vende a su mujer y a su hija en una subasta. Este hecho, al día siguiente, le provoca tal arrepentimiento que promete no volver a beber. Pasan los años y el protagonista, Michael Henchard, prospera en los negocios y consigue ser un personaje respetado e influyente dentro de la comunidad de Casterbridge. A partir de aquí, son muchos los personajes que aparecen en la novela, siempre descritos con la mordaz pluma de Hardy, un escritor que, sin enredar la trama, consigue introducirnos en un ambiente donde las pérdidas y los elementos psicológicos nos van conformando las características de todo un pueblo. Acierta, y de qué manera, en relatar los hechos como una crónica, haciendo de cada personaje una persona real, con sus contradicciones y sus oscuridades y sus profundas relaciones desarrolladas en el ámbito del misterio y los secretos.
Junto con Jude el oscuro, esta novela se encuadra dentro de la tradición trágica de Hardy, y es una muestra del naturalismo británico, del que el autor fue uno de sus principales exponentes.

martes, 14 de febrero de 2012

UN EJERCICIO DE OBSERVANCIA





Conocida como autora de libros infantiles, Frances Hodgson Burnett (Manchester 1849 – Nueva York 1924), se hizo famosa por títulos como El pequeño Lord, La princesita, o El jardín secreto. Su obra narrativa y novelística es prácticamente inédita en castellano. Ahora, de la mano de Alba Editorial, en su recién estrenada colección Rara Avis, nos llega La formación de una marquesa, singular novela que muestra y demuestra el alto vuelo literario de su autora. En este texto se nos describe el transito de una joven que trabaja haciendo recados para las señoras de la alta sociedad, a su inesperada boda con el marqués de Walderhurst, lo que la convierte en una de las más destacadas damas de la sociedad inglesa. Sorprendente y genial es el pasaje en que el marqués le pide matrimonio a la joven Emily: No tengo disposición al matrimonio, pero tengo que casarme, y usted me gusta más que cualquier mujer que haya conocido.


Lo que pudiera parecernos un cuento de hadas, o una cenicienta, se nos muestra a través de los ojos inquisitorios de la narradora, alejada de la candidez o el arrobo de la protagonista. Ese es el gran acierto de Frances Hodgson Burnett, contraponer la esencia misma del texto a la mordaz mirada de la narración. Con una asombrosa habilidad observadora y apreciativa, la autora inglesa nos sumerge en su conmovedor sentido de la realidad. La entrega, el agradecimiento ilimitado que Emily siente hacia todo y hacia todos, se ve de pronto cuestionado con la aparición de unos familiares del marqués, que con su falta de escrúpulos, intentarán por todos los medios hacer valer su condición de herederos. Una galería de personajes memorables que Frances Hodgson Burnett describe con una precisión absoluta, haciendo de esta novela un verdadero placer para el lector.

martes, 7 de febrero de 2012

LA PALABRA EXACTA



“Esto es lo mejor y más interesante que tengo escrito hasta ahora”. Con estas palabras, dirigidas a su editor, acompañaba José María Eça de Queriós (Póvoa de Varzim 1845 – Paris 1900), el manuscrito de La tragedia de la calle de las flores. No obstante, no fue hasta ochenta años después de su muerte, cuando este texto vio la luz. Algunos más hemos tenido que esperar hasta que la editorial Gadir lo ha publicado en nuestro país. No parecía exagerar al autor portugués con esas palabras, a la vista de su prosa depurada e inteligente, y el empeño del autor en la perfección narrativa. Comparado por muchos con Flaubert, Eça de Queirós fue el introductor en Portugal del realismo, con el que reviste a sus obras de una crudeza asombrosa. Con envidiable habilidad, el autor luso desgrana una novela de pasiones y amores, donde el sexo, aunque presente, es siempre más sugerente que explicito, más espontáneo que forzado. La fuerza de sus personajes ahonda en las cuestiones del carácter humano, sirviéndose de ellos para recrear la sociedad portuguesa del siglo XIX. Con Lisboa como decorado, y Sintra como ocasional refugio, Eça vertebra una novela con tres personajes centrales, que soportan el peso de la narración y, a su vez, sirven de hilo conductor para una legión de secundarios de lujo que pueblan las páginas de encanto, villanía y, sobre todo, de la frivolidad que reinaba en la Lisboa del XIX. Acierta el portugués en su planteamiento, y con su ritmo sostenido y vibrante, atrapa desde la primera página, y nos vemos envueltos en ese halo de sofisticación (que es a veces impostura) de los salones donde se recibe, de la alta sociedad y de los gustos refinados. Personajes afectados, solitarios, chismosos o corruptos, nos desvelan el verdadero papel de Madame de Molineux, que aglutina a su alrededor todas las pasiones y, con ellas, los desencuentros, la sed de venganza y la verdadera condición del hombre cuando es herido y traicionado. Un texto que apasiona desde el comienzo hasta su sorprendente e inesperado final.